Durante la enfermedad, tu pareja puede ser una gran fuente de apoyo. Dale la oportunidad de compartir contigo la situación que estás viviendo. Aunque tú eres la protagonista y tú eres la que debe tomar las principales decisiones, puedes hacerle partícipe de la información que recibes, de las consultas médicas, o pedirle que te ayude a decidir o que te acompañe cuando vas a recibir tratamiento. Aunque muchas pacientes prefieren evitar malestar a sus familiares y no comparten con la pareja sus momentos de tristeza, temor o preocupación, vivir junto a la otra persona estas situaciones es una opción, que evitará que os sintáis alejados uno del otro.
¿Si él fuera el enfermo, no querrías tú estar a su lado en todo momento por si te necesita?
Algunos consejos:
Pide lo que necesites. Tu pareja no puede adivinarlo. A veces, puedes necesitar estar sola y en otros momentos querrás compartir lo que estás sintiendo. Pero recuerda, que pidas ayuda no significa que no puedas seguir haciendo cosas por ti misma.
Pídele su opinión, implícale en la toma de decisiones. Aunque tú decidas en última instancia, valorar conjuntamente las cuestiones a decidir puede facilitarte el proceso.
Escucha a tu pareja. También puede estar sintiéndose mal.
Trata de mantener una buena comunicación.
La pareja está para lo bueno y para lo malo. Llorad juntos, si es necesario, compartid los momentos más duros. Puede ser una experiencia que os una y fortalezca la relación.
Procurad encontrar espacios y tiempos para la pareja y la intimidad.
Seguid compartiendo momentos cotidianos, aparentemente insignificantes.
Si observas que tus relaciones sexuales se están deteriorando, y para ti constituyen una parte importante de vuestra relación, plantéale cómo puedes mejorarlas. Puedes buscar ayuda de un psicólogo especializado si sentís que solos no podéis hacer frente a esta nueva situación.