Volviendo a mirarte
Acostúmbrate progresivamente a mirar tu nueva imagen. Verte desnuda, sin pecho (si éste es tu caso), mirar tu cicatriz, tu cabeza sin cabello,… puede ser impactante en los primeros momentos. Sin embargo, es recomendable que lo hagas lo antes posible. Te facilitará la adaptación posterior y ayudará a prevenir que repercuta en tu autoestima y en tu sexualidad. Lo deseable es que seas capaz de mirarte sin cabello o verte totalmente desnuda frente al espejo. Consíguelo siguiendo estos pasos.
Dedica unos minutos diarios a contemplar tu imagen en el espejo.
Tómate tu tiempo. Si te resulta difícil, comienza en aquellas situaciones y posiciones que te resulten menos desagradables.
Aunque te sientas mal, continúa contemplándote, respira hondo varias veces seguidas y procura aguantar unos minutos. Mantenerte a pesar del malestar puede resultar terapéutico. No abandones hasta que notes que empieza a disminuir levemente el malestar.
Progresivamente, procede a ir observando cada vez más detalladamente tu cuerpo en su conjunto, hasta llegar a verte completamente desnuda.
Si eres persistente, conseguirás irte habituando a tu nueva imagen e irás comprobando cómo disminuye el malestar.
Si no lo consigues por ti misma, pide ayuda a un psicólogo especializado.