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BIENVENIDAS AL GRUPO EL BALUARTE. ESTE SITIO SE HA CREADO PARA AQUELLAS MUJERES QUE HAN SUPERADO O ESTÁN EN TRATAMIENTO DE CÁNCER DE MAMA, CON LA SOLA INTENCIÓN DE PRESTAR AYUDA Y COMPARTIR EXPERIENCIAS.
HAY DIVERSAS CHARLAS EN LAS QUE INTENTAREMOS COMPARTIR NUESTRO DÍA A DÍA COMO PARTE LÚDICA Y OTRAS PARTES QUE SERÁN ALGO MÁS SERIAS Y RELATIVAS A LA ENFERMEDAD.
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UNIDAS CONTRA EL CÁNCER DE MAMA
 
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 SOY ACTRIZ, MAMA, ESPOSA Y PACIENTE ONCOLOGICA

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Teresa
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SOY ACTRIZ, MAMA, ESPOSA Y PACIENTE ONCOLOGICA Empty
MensajeTema: SOY ACTRIZ, MAMA, ESPOSA Y PACIENTE ONCOLOGICA   SOY ACTRIZ, MAMA, ESPOSA Y PACIENTE ONCOLOGICA EmptyJue Feb 25, 2010 8:26 pm

Soy actriz, mamá, esposa, y también soy paciente oncológica”
Mariana Briski

En octubre del año pasado le detectaron cáncer de mama. Tras el temor inicial, comenzó un intenso tratamiento que hoy ha concluido exitosamente. Ella dice una y otra vez que no pretende ser ejemplo de nada. Sin embargo, su audaz y emotivo relato acerca de su experiencia es toda una lección de vida y de lucha por sobrevivir.

Podrían integrar la glamorosa colección de una diva de Hollywood. Los hay de piel, de jean, de colores pastel o estridentes y hasta reversibles. Sin embargo, estos simpáticos accesorios de la moda son mucho más que simples caprichos de estrella. Los más de 30 sombreros que Mariana Briski tiene en su placard son un recurso para preservar su cabeza calva. Una manera de resguardar la femineidad que el cáncer de mama –detectado en octubre del año pasado– también intentó robarle.

Por primera vez la actriz de 39 años, casada y con un hijo de 4 –Pedro– se sienta a hablar y reflexionar sobre su enfermedad. Lo hace serena, con energía y sin perder el humor que es parte fundamental de su personalidad. “Soy actriz, soy mamá, soy esposa y también soy paciente oncológica –anuncia–. No obstante, siento que este es sólo un momento de mi vida. Con esto no quiero negar que tuve cáncer sino transmitir que mi filosofía de vida es pensar que todos estamos enfermos, sólo que en la mayoría estas enfermedades están latentes. Abrir la compuerta para que aparezcan puede responder a diversas razones: un pico de estrés, algo emocional o genético o bien a una necesidad de aprender”.

–En tu caso, ¿descubriste a qué razones respondió?–Lo viví como una gran posibilidad de aprender. El cáncer de mama me ayudó a conectarme con todo lo que me pasa y a entender que uno no es tan omnipotente como cree. También entendí que no se puede controlar todo ni tampoco buscarle tantas explicaciones. Ocurrió y punto. Además, el cáncer me permitió conocer gente maravillosa. Ojo, también soy una convencida de que el costo por aprender a ser realmente feliz no tiene que ser tan alto. Yo lo tomo como una oportunidad. Pero lo ideal, claro, es no enfermarse.

–¿Cuál es el estado actual de tu enfermedad?
–¡¿Cuál de todas?! (risas) Del cáncer de mama estoy muy bien. Hace dos semanas me hice los estudios y podría decirse que soy una persona sana. Ahora estoy tomando la pastilla de tamoxifeno y tengo que volver a hacerme los exámenes en seis meses.

–¿Cómo recordás el día que te diagnosticaron el cáncer?
–Fue gracias a una mamografía de rutina. Yo soy bastante obsesiva de la salud, muy disciplinada. Y si bien había antecedentes de cáncer de mama en mi familia –mi abuela tuvo pero se curó y luego murió de viejita– nunca pensé en la posibilidad de tenerlo yo. Hice todos los deberes y, si bien lo agarramos a tiempo, fue muy duro. Hizo falta practicar dos cirugías, quimioterapia y rayos para poder derrotarlo.

–¿Qué fue lo primero que pasó por tu mente cuando escuchaste de boca del médico la palabra “cáncer”?
–Lo primero que pensé fue “cáncer igual muerte”. Me agarró un dolor enorme y mucha desesperación. Fundamentalmente porque era algo desconocido para mí y no sabía de qué manera enfrentarlo. Después comencé a investigar sobre el tema y me puse más creativa. Además de seguir al pie de la letra lo que decían mis médicos hice muchas cosas de medicina naturista. Ojo, esto me sirvió a mí, no quiere decir que a todo el mundo le haga bien. Yo quiero ser muy respetuosa con otras personas que estén pasando por un problema similar. No quiero generar falsas esperanzas. El camino para que una enfermedad como el cáncer no sea tan difícil es absolutamente personal. No hay recetas mágicas.

–¿Era la primera vez que te acercabas a este tipo de medicina alternativa?
–Para nada, siempre tuve una filosofía bastante naturista. Por lo general no como carne y desde antes del cáncer me atendía con un médico homeopático. El me contactó con un médico antroposófico (N. de R.: la antroposofía aplicada a la medicina propone una “ampliación del arte de curar” e implica una visión integral del hombre, más allá de los hechos y fenómenos científicos). También hice reiki, meditación, retomé yoga y natación y me conecté con la medicina china.

–No dejaste nada sin hacer...

–Creo que uno se acerca a lo que lo identifica. Yo toda mi vida me manejé así, con terapias alternativas. Como también lo hice con el humor. Para mí la comicidad es un acercamiento a lo trágico. He sostenido situaciones muy difíciles de mi vida con humor. Pero no se trata de una desconexión sino de una mirada diferente.

La enfermedad más temida

No hay dudas de que la mirada de Mariana es completamente personal. Apenas llega a la entrevista bromea con el grosor de sus cejas, que hace poco le volvieron a crecer. También con la posibilidad de operarse las lolas a fin de año ya que las cirugías modificaron sus formas. “Yo soy de las que decía: ‘cirugías ni loca’. Ahora no veo la hora de hacerlo: ¡quiero usar remeras sin corpiño!”, exclama y se ríe. Mariana hace muchos chistes relacionados con “su problema”, pero también reconoce que tuvo que redescubrirse como mujer: “siempre me divertí con mi cuerpo, con la enfermedad seguí haciéndolo y busqué distintas maneras de verme bien”.

Aprendió a maquillarse y a vestirse de manera distinta y hasta encontró que existía una gran diversidad de gorros y sombreros con los cuales podía verse realmente linda. “Siempre me gustó usar gorros, sombreros y pañuelos en la cabeza. Cuando se me cayó el pelo los adopté no sólo para verme mejor yo sino para facilitar la mirada del otro. Entendí que la enfermedad puede provocar en la gente emociones muy fuertes. El rollo que existe en el imaginario social con respecto a la palabra cáncer es todavía muy negativo. Para mí, insisto, es una etapa de mi vida que ya estoy superando”.

–¿Parte de esa superación incluye contarla con un grabador de por medio?
–Pensé mucho antes de decidirme a hablar con un medio. Pero ahora estoy más tranquila y, si bien no pretendo ser ejemplo de nada, a lo mejor a alguien le sirve mi experiencia. Además, siempre hablé de mí, de mi carrera, de mi maternidad. Hoy me toca hablar de mi tratamiento oncológico. Y es una cosa más en mi vida. Espero estar muy pronto hablando de mi nuevo proyecto laboral.

–¿Cómo le contaste a tu hijo que estabas enferma?

–Le dije la verdad. Me parece que cuando uno sabe lo que sucede puede transitar el dolor de una mejor manera. A Pedro lo senté y con palabras para un nene de su edad le conté que tenía algo en la teta y que me lo tenían que sacar. El enseguida me preguntó si a él le pasaría lo mismo. Le dije que no y también le expliqué lo del pelo. Por suerte justo había en casa un muñequito al que se le podía sacar y poner el pelo y eso ayudó.

–¿Pediste ayuda a profesionales para hablar con él?
–Claro, tuve profesionales que me ayudaron en todos los rubros de mi vida: para la pareja, para la familia, para todo. Creo que Pedro lo tomó bastante bien. Es más, él va a un taller de arte y hace poco me regaló una escultura que era yo, con sombrero y todo. Me dijo: –Para que no te olvides de que usás sombrero. (Mariana se muestra visiblemente emocionada por primera vez).

–¿Cómo estás organizando el “operativo retorno” al trabajo tras el tratamiento?
–Hace pocas semanas volví de unas largas vacaciones. Sentía una gran necesidad de estar en familia. Así que agarramos la camioneta y nos propusimos recorrer la Argentina. Estuvimos en Misiones, Chaco, Santiago del Estero y terminamos en Córdoba, provincia en la que nací. Me gusta mucho estar arriba del auto, el movimiento, los paisajes... Nos hizo muy bien a todos.

–¿A quiénes reconocés como tus principales pilares en todo este tiempo?

–Hernán… (Ventura, su marido) –al mencionarlo vuelve a emocionarse, y esta vez los ojos se le llenan de lágrimas– y también mi hermana. Ellos fueron los que más cerca de mí estuvieron. Además, tuve el apoyo de mis padres para los que fue muy duro enfrentar que su hija tenía cáncer, mis amigos, mis compañeros de trabajo… También me di tiempo para estar a solas con la enfermedad. Es muy bueno conectarse con eso.

–A la distancia, ¿qué momentos recordás como los más difíciles?
–Enfrentar las limitaciones que te impone la enfermedad. A veces la quimioterapia te hace sentir muy mal, es dura, muy dura. Te cambia el cuerpo, te quedás pelada… Pensar que antes de todo esto yo le había dicho a Hernán que fantaseaba con cortarme el pelo bien corto, con pelarme… Increíble. Hoy festejo cada nuevo pelo que me veo en el cuerpo. Realmente, cada instante es una verdadera celebración
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MensajeTema: Re: SOY ACTRIZ, MAMA, ESPOSA Y PACIENTE ONCOLOGICA   SOY ACTRIZ, MAMA, ESPOSA Y PACIENTE ONCOLOGICA EmptySáb Feb 27, 2010 6:46 pm

Mª ÁNGELES DURÁN, SOCIÓLOGA
Cáncer de mama: diario de una batalla

MARÍA VALERIO

La autora de este diario, Mª Ángeles Durán

Para no llamar a las cosas por su nombre, para no afrontar la realidad, para mitigarla, para maquillarla, para no asustarnos... seguimos hablando de 'una larga enfermedad' cuando nos referimos al cáncer. Incluso cuando Mª Ángeles abrió el sobre dirigido a su médico con los resultados de su ecografía leyó: 'Imagen compatible con ca de mama'. ¿Ca? «A cualquiera se le ocurre que quiere decir cáncer. Cáncer de mama» dice ella con humor.

De aquello hace ya siete años y desde entonces Mª Ángeles Durán ha tenido tiempo de vencer la enfermedad, escribir varios libros, ganar un Premio Nacional de Investigación, y seguir además con su trabajo como socióloga y profesora de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Ahora acaba de cumplir una promesa que se hizo a sí misma cuando todo aquello empezó, si ganaba la batalla contra la enfermedad publicaría la colección de cintas grabadas y transcritas que guardaba desde entonces.

Fruto de ese trabajo es 'Diario de Batalla. Mi lucha contra el cáncer' (editado por Aguilar), un testimonio realista y lúcido, alejado del dramatismo y del tono morboso, en el que aborda con la misma naturalidad su relación con otros enfermos o la decisión de qué peluca ponerse, los reajustes económicos y 'logísticos' de una familia ante la nueva situación, el aprendizaje de los términos médicos o la muerte como una posibilidad que está ahí. Casi un mes de vacaciones dedicado noche a noche a transcribir todas aquellas cintas, hasta que una contractura en el cuello obligó a esta mujer a aligerar el ritmo, algunos meses más para cribar las 500 primeras páginas resultantes, muchas lágrimas vertidas en el camino y voilà, el resultado: un libro que es algo más que un libro, un alegato vitalista que trata de vencer el miedo al cáncer.

Sea como sea, este diario es el fruto de una experiencia cuyo final era desconocido para su protagonista cuando, después de asistir a su primer acto público con peluca, se decidió a poner por escrito todo lo que pasaba por su cabeza y por su organismo. «Ángeles te vas a morir», se dice cuando conoce su diagnóstico, con la determinación de que si no logra vencer al cáncer quiere para sí misma una buena muerte. Y es que, aunque no pone nombre a la eutanasia esa opción también está presenta en algunas de las páginas de este diario, «los enfermos terminales necesitan ayuda para morir bien. La ciencia debe servir para curar, pero también para facilitar el tránsito cuando ya no sabe devolver la vida».

Los enfermos terminales

Los enfermos, compañeros de viaje en esta lucha, tampoco pasan desapercibidos en las reflexiones de esta mujer. «No son ciudadanos de pleno derecho, su voluntad la representan otros», dice, al tiempo que se muestra dura, durísima, con la situación que tienen que soportar: «A los que van a morir les obligan a someterse a códigos de conducta antiguos, ya caducados. Ellos no pueden defenderse y unos cuantos imponen que vivan bajos sus propias ideologías o, mejor dicho, que malmueran». Prueba de ello es lo que le ocurrió ante el notario al que acudió para dejar por escrito sus últimas voluntades: «En caso de llegar la enfermedad a un punto sin solución mi deseo era que no me prolongasen la vida. El oficial, hosco, respondió, 'Eso no está permitido en España, ¿no?'. Fue muy frustrante, podía mejorar la situación de mis hijos o dejar regalos a personas ajenas, pero no podía opinar sobre mis últimas horas de sufrimiento». Con la posibilidad de la muerte en el horizonte esta mujer se aferró a su propia formación humanística, y a toda su familia, amigos, compañeros... ¿Y la fe? «No, la fe no. Mis apoyos fueron humanos».

En España se diagnostican cada año 15.000 nuevos casos de cáncer de mama, una enfermedad que se cobra la vida de 5.677 mujeres anualmente. La mayoría de los tumores que se producen en la mama son benignos, no cancerosos, y se deben a formaciones fibroquísticas en ella. En cuanto a los malignos, el índice de curación, en España, ronda el 60% pero la detección precoz, cuando el tumor no está extendido ni ha evolucionado, puede hacer que este porcentaje se eleve hasta casi el 90%.

En el caso de Mª Ángeles, los primeros bultos en el pecho se los habían detectado seis años antes del diagnóstico de cáncer, de ahí parte de su angustia «¿llevo todo este tiempo con el tumor o acaba de aparecer?». Aunque no quiere culpar a nadie ni ahondar en el tema, su mensaje recalca la importancia de detectarlo a tiempo, «aunque para ello haya que soportar el latazo que son las revisiones».

Entrar en el sistema sanitario tampoco es un paso fácil, al principio puede llegar a ser laberíntico y, según Mª Ángeles, todo debería ser más flexible. «El paciente no conoce todas las opciones y tampoco se le informa de las relaciones que hay entre cada uno de los subsistemas», añade. Éste y otros aspectos que por pragmáticos podrían parecer incluso banales, introducen de repente millones de cambios en la vida del enfermo. Cambios y dudas, muchas dudas; ¿a qué médico acudir? ¿operarme por la Seguridad Social o hacerlo por su compañía de siempre? Mª Ángeles contaba en su contra con las fechas; agosto en Madrid, lo que quiere decir que la mayor parte de los médicos estaban de vacaciones. ¿Hacerlo por una clínica privada? Tal vez esta fuese la opción más flexible, la más rápida, pero la más cara también. Y si una familia como la suya, con dos sueldos fijos no se lo podía permitir, «¿quién puede? ¿a costa de qué endeudamiento?». También en eso se sabe afortunada.

Dolor físico, psicológico y 'dolor ridículo'

¿Lo más difícil? El tiempo que transcurrió hasta que los médicos determinaron que su tumor no se había extendido, saber que no había metástasis le ayudó a tomarse las cosas con optimismo. Los bultos en el pecho pueden estar localizados en la mama o extenderse, a través de los vasos sanguíneos o mediante los vasos linfáticos, y dar lugar a metástasis, es decir, a un cáncer en un órgano distante al originario. De todos los casos de cáncer de mama, sólo el 7% de ellos presentan metástasis de inicio, el de Mª Ángeles estaba localizado. «Es una estupenda noticia» le dice a su oncólogo cuando conoce la situación.

Y con el mismo optimismo se enfrentó a lo que ella llamó desde el principio 'la batalla de mi vida'. Su filosofía fue: «plantarle cara al cáncer incluso aunque luego todo saliese mal». El mismo lema que le sirve ahora para tratar de animar a todos los enfermos, consciente de que no todos los casos acaban igual que el suyo: «Debemos saber que el cáncer se puede curar, pero tanto si las cosas acaban bien como si no, hay que enfrentarse a la enfermedad, con una buena planificación y sin caer en el hundimiento». Tal vez por eso reconoce que los padecimientos psíquicos y sociales fueron incluso más duros que los físicos, como el 'dolor ridículo' de la peluca: «¿Se notará? ¿No se notará? ¿Volará con el aire? ¿Se encogerá con la lluvia?». Pero también para ello encontró su antídoto: sentido del humor, ensayos ante el espejo y «que alguien te acaricie la cabeza hirsuta y te bese las cejas despobladas».

Entre sus consejos destacan dos, olvidarse de que se está enfermo y tratar de seguir haciendo una vida lo más normal posible. Y viendo a esta mujer al límite de la hiperactividad, que gestiona su próxima conferencia por teléfono después de casi seis horas de atender a los periodistas, uno por uno, con una amabilidad extrema, resulta difícil imaginársela postrada, inactiva. «Es que no estuve parada», refuta y añade, «junto con la preparación de las oposiciones para la cátedra fueron los meses de más trabajo de mi vida».
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